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jueves, 24 de octubre de 2013

Sueños extraños que remueven conciencias...


Desperté en una casa que sentía mía, pero que nada tenia que ver con mi casa real. Era una casa vieja, sucia, desordenada, apenas tenía muebles y los pocos que se veían estaban rotos y desvencijados. Recorrí las estancias intentando hacerlas mías, pero la visión de lo que allí encontraba me lleno de recelo, me puse en alerta, había algo extraño en todo aquello, sentía que no estaba sola, que en la casa había alguien mas y que su presencia no era normal. Continué recorriendo la casa hasta llegar al salón, allí descubrí lo que era esa presencia extraña, mejor dicho, quienes eran. Tres mininos, tres gatos que yo intuía callejeros pero que su aspecto no correspondía,  tres felinos que se habían adueñado de mi salón sin el menor reparo, capeaban a sus anchas sin que mi presencia les influyera ningún pesar. Yo no sabía que hacer, solo quería que se fueran, poder recuperar mi intimidad, mi espacio, que se fueran cuanto antes de allí. Descubrí charcos de orines en el suelo y unos bichichos blancos minúsculos flotando vivos, enseguida los asocie a los gatos como si fueran crías de ellos, decidí que limpiando desaparecerían, que ya me encargaría de ellos mas tarde, ahora era otra mi principal preocupación. Busqué algo con lo que poder asustar a los mininos, encontré una escoba y armada con ella decidí enfrentarme a aquella situación tan extraña y que tanta descorazone me provocaba. Abrí la puerta de la calle, y cargada de paciencia y con mucho miedo de que pudieran atacarme o hacerme algún daño me dirigí al primero. Era atigresado, en colores canela y grises, el mas pequeño de los tres, el mas débil a simple vista, yo no quería hacerles daño, solo que se fueran, así que con la escoba comencé a empujarlo con cuidado hacia la puerta. Protestó un poco, pero se dejo guiar y desapareció escaleras abajo. Volví al salón y me dirigí al segundo, repetí la misma acción que con el anterior. Este era liso, se veía lustroso y bien cuidado, cosa que me extrañó porque yo seguía pensando que eran de la calle, este se reveló un poco pero también se fue. Entonces llegó el momento de enfrentarme al que realmente me daba miedo, era un gran gato negro, gordo, altivo, me miraba retándome, con desprecio, como riéndose de mi. Comencé a empujarlo, pesaba, me costaba moverlo, se revolvía y maullaba, yo temía pudiera morderme o arañarme, pero no lo intentó siquiera, yo seguía empujándolo, poco a poco lo acercaba a la puerta, me bufaba, se resistía, maullaba y me buscaba la miraba, yo no quería rendirme pese al miedo, o quizás por eso, por el miedo que me daba ese gato enorme, ya estaba en el dintel de la puerta, se daba cuenta que estaba perdiendo y se revolvía sin parar, giraba sobre si mismo para desandar el camino, intente cerrar la puerta y metía el hocico para evitar que lo lograra, yo no quería dañarlo y empujaba con cuidado...hasta que lo conseguí...me sentí en paz...No sé que quiere mi subconsciente decirme, lo escribo para no olvidarlo porque jamas había sentido un sueño de la forma que he vivido éste, presiento que puede ser importante...o quizás solo un mal sueño...

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