Desperté amando a mi navegante, y lo amaba de una forma especial, única, como solo dos amantes de la noche saben hacerlo, de esa forma extrema en que dos cuerpos saben que los separaran al llegar la luz del amanecer, sin tener claro si habrá una próxima vez, o ésa será la ultima oportunidad de encontrarse en las sombras del placer. Lo amé atreves de los sentidos, de todos y cada uno de ellos...Yo quería disfrutar de su goce, volcarme en su deleite...Las yemas de mis dedos acariciando su piel desnuda, mis labios recorriendo sus rincones ocultos, la punta de mi lengua despertando sus ganas, y todo mi cuerpo entre aceites y esencias ungiendo el suyo, cansado y curtido en mil batallas viejas...Sentía el roce de mis brazos, de mis senos, de mi vientre en su piel, en sus músculos, hasta en sus huesos me sentía a mi misma y y a cada roce notaba como crecía él poco a poco para mi. Siempre me gustó descubrir el fondo de sus ojos de niño malo y perderme en ellos para intentar llegar a su interior por el camino que me abren, y en ese momento me gritaban pidiendo mas, mucho mas...y yo se lo daba, ahora despacio, sin ninguna prisa, ahora con ritmo frenético como locos libres que no temen a la vida. Y dando y dando poco a poco alcanzaba mi objetivo, que no era otro que el que él tocara el mismo cielo, y al tocarlo él yo misma lo alcanzaba solo sintiendo como gozaba y disfrutaba de las sensaciones que yo le proporcionaba...Intente alargar lo máximo esos momentos y que muriera de amor entre mis manos, y ahora sus ojos me rogaban que lo dejara explotar, que quería por fin derramar el elixir de su existencia, y yo le susurraba "solo un poco mas", y así, deteniendo en el tiempo y extendiendo esa agonía de placeres infinitos fue como el fin y el principio se tocaron, y en aquel desparrame de vida, dos almas compartidas se volvieron a tocar, en una unión eterna en un instante infinito, sellando sus destinos...
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