Lo peor de la pasión es cuando acaba, cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos...
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martes, 31 de diciembre de 2013
Haciendo camino al andar...
Su mirada se perdió en el infinito del tiempo y el espacio que la mente provoca cuando nos adentra en ese mundo raro que conforman los recuerdos. Asomada a esa ventana, que aun la acercaba al mar de su vida, se le antojó que era buen momento de hacer balance de sus días. Sentía que vivía como quería, que la soledad, una vez aceptada, no era tan mala compañera. Se sentía fuerte y dispuesta a seguir caminando, el viaje estaba resultando bastante complicado, pero ya había avanzado demasiado como para plantearse volver a tras. Era consciente que encontrar un compañero de camino no era tarea fácil, su alma tan maltratada y ajada, podía resultar una carga demasiado pesada para cualquier caballero andante en busca de una princesa a la que ayudar, y ella, que ademas de no haber sido nunca una de ellas tampoco necesitaba quien la ayudara. Desde muy temprano le tocó aprender a defenderse por si misma, y tantos años de autosuficiencia le habían robado la costumbre de depender de nadie. Mas bien echaba de menos ese hombro en el que apoyarse para descansar, que la escuchara cuando necesitara hablar sin mas esfuerzo que oír, sin pretender que solucionara sus problemas ni diera luz a sus dudas, solo escuchar sus palabras. Tantas cicatrices son muy difíciles de curar, había aceptado esa eterna compañía de un dolor sordo que siempre la vestía, es imposible que nadie que no lo siente lo pueda entender. Si, debía ser muy difícil acompañar a alguien como ella. No podía echarle la culpa a quienes se asustaban y decidían cambiar de ruta, era normal. Aunque le terminaran cogiendo cariño, su carga era demasiado pesada, y en este mundo donde aprendemos desde muy pronto a no querer mas problemas que los propios y a que cada uno se las apañe como pueda con los suyos, era un milagro que aun se acercaran aunque fueran pequeños ratitos. Reconocía que eran muy gratos, y con eso se quedaba, con esos escasos metros de animada compañía, llenos de charlas interesantes y emotivos momentos. Seguiría caminando sola, probablemente ese seria su destino, seguiría curando sus cicatrices y recuperando las fuerzas perdidas a base de golpes y caídas, seguiría reuniendo recuerdos de aquellos, que aunque solo por momentos, le permitían sentirse un poco menos abandonada.
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