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domingo, 22 de diciembre de 2013

La casa de Asterión...



Asterión, prisionero en su propia casa, una casa sin puertas ni cerraduras, pero de la cual no se atreve a salir porque se siente preso por el peor de los carceleros...el miedo. Un miedo irracional a lo desconocido, al que dirán y pensaran de él los demás, a equivocarse y fracasar, al dolor... miedo a vivir...Asterión,  un ser monstruoso, pero pretendiendo ser superior al resto de los mortales por ser hijo de una reina y, simplemente por ello, encontrándose por encima del bien y del mal. Recorre los pasillos de su casa infinita buscando no sabe bien qué, estancias vacías, frías, donde pasan las horas lánguidamente, sin más compañía que él mismo. No se plantea buscar fuera un sentido a esa vida que le ha tocado, no se atreve a decidir cambiar nada, simplemente espera que aparezca su redentor, aquel al que le tocará la tarea de poner fin a su existencia. ¿Cuantos no hemos sido, en un momento determinado, una especie Asterión?, cuantos no hemos perdido años de nuestra vida asustados de lo que se encontraba fuera de nosotros mismos, de movernos y provocar burlas, reproches, disgustos en los otros. Cuantos no nos atrevemos a experimentar experiencias nuevas por temer lo que nos depararía, a avanzar en un camino desconocido del que sospechamos podríamos aprender pero desconocemos su destino final. En qué momento aparecerá nuestro Teseo interno y nos empujará a poner fin a la vida de Asterión, y con la ayuda de alguna Ariadna nos muestre el camino de salida del laberinto interno de nuestra mente, de nuestra determinación a querer vivir sobre todas las cosas, a respirar la libertad que da el mundo exterior de nuestra propia osadía. Mucha suerte a quienes se encuentren en ese trance de cambio, a quien se da cuenta que Asterión domina su existencia y deciden ayudar a Teseo a acabar con él. Mucha suerte a quienes decidan vivir...

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