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sábado, 25 de enero de 2014

Fantasías de tres mosqueteros del Rey...




Ya había anochecido cuando llegaron a su destino, hacia frío y el viaje haba sido largo y muy pesado. Llevaban días cabalgando apenas sin descansar, y estaban agotados. Su refugio estaba aislado y parecía seguro, al menos esa noche descansarían. Aliviaron a las caballerías y entraron en la casa donde encontraron una única estancia apenas sin muebles. Encendieron el fuego de la chimenea y al momento pudieron notar el calor del fuego. Decidieron acercar los jergones al calor del hogar y relajarse cenando algo y bebiendo un poco de vino que aun les quedaba. Eran tres, dos hombres y una mujer vestida de la misma guisa que ellos, por lo que pasaba desapercibida al resto del mundo. Sus compañeros eran las únicas personas que conocían su verdadera identidad, y es que la peligrosa misión que debían llevar a cavo así lo requería. En esa intimidad creada ella decidió que era el momento de ponerse cómoda y prescindir de esas prendas masculinas que la cubrían. Quedó sólo con la camisa y sentó muy cerca del fuego para poder calentar su cansado cuerpo. Ellos no dijeron nada, aunque se miraron nerviosos, prepararon las viandas y se sentaron a su lado. La conversación trascurrió relajada, aunque se notaba la turbación de ellos ante la situación, a ella le hacia gracia y los incitaba sutilmente. Se notaba que ella disfrutaba excitándolos, miradas, movimientos provocadores, comentarios mal intencionados pero siempre con dobles sentidos que provocaban la confusión de sus compañeros. El vino fue relajando las mentes, y cada vez las provocaciones de los tres eran más directas, una mano que toca, una mirada retenida más tiempo de la cuenta, unos labios que se atreven...Risas que lo llenan todo, unos labios en el cuello de ella, unos brazos que la rodean, cuatro manos acariciándola, y ella dejándose querer por esos hombres con los que compartía  tantas calamidades. Cada vez estaba más excitada sabiendo del deseo de ellos, necesitaba sentirlos muy cerca, fundir su piel con las suyas, alguien la desnudó por completo, y los cuerpos de ellos aparecieron sin ropajes también, ahí estaban, tres cuerpos preparados para sentir un placer redentor. Sin saber cómo sus labios besaban otros labios, mientras unas manos expertas despertaban sus sentidos, sentía como la recorrían con la mirada, con las yemas de los dedos marcando senderos infinitos, como manos apretaban su carne, sus valles, sus montes, como lamían cada rincón escondido de su ser...Se dejó querer, y buscó el placer de ellos que ya estaban muy excitados, las caricias eran mutuas, conseguir el goce entre ellos se había convertido en su objetivo. Si uno besaba, el otro lamia y al mismo tiempo acariciaban, y ella lamia, palpaba, rozaba, mordía...La tomaron y ella los tomó a ellos también, cabalgando desbocada o con embestidas que cambiaban de ritmo para aumentar el disfrute de los cuerpos, cualquier postura era buena, cualquier posición servia para inventar otra más, y otra, y otra....hasta que el clímax llegó una vez, y se volvió a repetir una segunda, y se turnaban para que ella siguiera gozando después de gozar, hasta que ya no pudieron más...el alba los sorprendió abrazados, no habían dormido mucho pero la calma de sus cuerpos sugería que tampoco lo necesitaban...debían continuar camino...